“Alégrense en el bien que se les ha dado” -St. Teresa de Ávila
¿Qué es lo que te hace diferente? ¿Qué es único para ti? Definitivamente hay algo, siempre hay algo, todos tenemos algo. ¿Qué es para ti? Hay un aspecto científico de singularidad, tenemos ADN y seguramente es una singularidad en nuestro ser, pero ¿hay más?
Por ejemplo, tengo un nombre muy distinto, es una carga y una bendición desde su ortografía hasta su pronunciación. Pero se ha convertido en un rompehielos para conocer gente y para que la gente me conozca. He encontrado que cuando la gente se conoce por primera vez empieza a preguntar de la vida personal, a una deriva casi natural. Siempre comenzamos con “Hola, ¿cómo se llama?”. Es tan rutinario que olvidamos dar un paso atrás y preguntarnos por qué un nombre es lo primero que nos interesa de un extraño. Podemos argumentar que es solo una práctica común o una norma social. Casi de inmediato surge esta pregunta: “¿Hay algún significado detrás de su nombre?”
Naturalmente, buscamos encontrar que es lo que hace una persona diferente del resto, buscamos y buscamos y probamos hasta que llegamos a la individualidad de esa persona.
“¿Qué te gusta hacer?”
“¿Qué haces actualmente?”
“¿Qué quieres hacer?”
“¿Cuál es tu historia?”
Estos son pequeños acercamientos al alma de otra persona y podemos tomarlos a la ligera considerándolos simplemente “charla pequeña”, pero revelan mucho más. Revelan nuestros talentos y dones personales. Y sin embargo, ¿hemos considerado cuáles son? ¿Cuáles son esas cosas que dan fruto de felicidad en nuestra vida? ¿Qué es diferente de nuestra forma de ver las cosas?
Nuestros deseos interiores, por un lado, tienen el potencial de rebelarnos esto. Son semillas de Dios . . . son semillas de Dios. Son las cosas que animan nuestra alma y forman nuestro carácter. ¿Nos deberemos preguntar, ‘cuáles son estas cosas?’
“Me gustan las historias personales, así que voy a sentarme con alguien y escuchar el viaje de su vida.”
“Quiero pureza de corazón, así que voy a buscarlo a través de la oración y la acción.”
Yo quiero
Yo quiero
Yo quiero
¿Dónde encuentra nuestra voluntad su impulso y deseo si no desde el corazón? Las pequeñas semillas que se encuentran en el centro de nuestro corazón son las que alimentan nuestra voluntad, nuestras pasiones, nuestra razón y, si no sabemos qué son, cómo podemos alimentarlas y hacerlas fructíferas. Las semillas del talento, las semillas del don, las semillas del carácter, la gracia, el amor y el deseo están a nuestro alcance, solo tenemos que saber cómo llegar a ellos y qué podar. Esto es lo que nos distingue. Y está en nuestro poder conocernos a nosotros mismos como Dios nos conoce, nos dio la gracia para lograr esto y nuestra respuesta marca la diferencia.
No hay otra persona como usted. Usted es único y la totalidad de su ser, cuerpo y alma, es tan distinta como los genes en su cuerpo. Por la gracia de Dios llegarás a darte cuenta de la singular e irrepetible expresión de amor que Él desea revelar al mundo a través de ti.
¿Esta manifestación de amor depende de nosotros? No. ¿Existe independientemente de nuestra participación? Sí! Pero, ¿se puede expresar de manera tangible sin nuestra participación? No, Dios elige hacerlo de esta manera. No porque él necesite nuestra ayuda para amar, sino porque nos ama y quiere que lo experimentemos a través del amor. El amor existe independiente de nuestro ser, pero no puede expresarse sin nuestro ser.
Hay un lienzo que está esperando ser llenado. Muestra una vida y, sin embargo, representa toda la vida. Nuestra unidad en el amor proporciona los trazos y, sin embargo, al final es nuestra persona individual que, cuando se unen, crea una belleza artística.
Dios hizo a cada persona no por el bien de la producción en masa, sino que en su Omnisciencia sabía que por cada persona que creaba habría una manera más irrepetible de amar. Su amor encuentra su expresión en nosotros y es nuestra existencia individual la que crea la ventana a través de la cual fluye el amor. La dignidad de nuestra existencia y el valor de nuestro trazo en el lienzo de la vida se atestigua en el amor. ¿Cómo pintaremos nuestra porción de amor?